Al Teatro Nacional Cervantes
le hace falta un lifting

El Teatro Nacional Cervantes fue inaugurado el 5 de setiembre de 1921, siendo un verdadero acontecimiento cultural y social que convocó a artistas, intelectuales, políticos y a la alta sociedad porteña de principios de siglo. El suceso mereció un despliegue excepcional por parte de la prensa.

Este teatro significó la concreción del sueño más anhelado de la actriz española María Guerrero y su esposo Fernando Díaz de Mendoza, matrimonio que no sólo empeñó su voluntad y toda su energía, sino su fortuna personal para concretar el proyecto de construir en Buenos Aires el estupendo coliseo.

El diseño y la ejecución de las obras estuvo a cargo de los arquitectos Aranda y Repetto quienes, junto con la Guerrero, estuvieron de acuerdo para que la fachada del edificio reprodujera en todos los detalles a la de la Universidad de Alcalá de Henares, de estilo Renacimiento y columnas platerescas. La construcción y ornamentación del Cervantes demandó cerca de setecientas personas entre operarios y artistas, pero todo fue ideado, corregido y también modificado mediante la constante y sagaz vigilancia de María Guerrero.

Amplia y elegante, la obra fue cobrando forma hasta que al fin, el 5 de setiembre de 1921 se inauguró con gran pompa y con la señora Guerrero interpretando La dama boba de Lope de Vega, una pieza que había marcado tantos momentos trascendentes de su vida.

Por decreto de julio de 1924, el entonces presidente de la República Marcelo Torcuato de Alvear creó el Conservatorio Nacional de Música y Declamación y al año siguiente, la Comisión Nacional de Bellas Artes estudió la forma de dar al país un teatro oficial que fuera también el escenario lógico de los futuros alumnos del Conservatorio. Para cristalizar el proyecto, García Velloso, en su carácter de vicedirector del Conservatorio y consejero del citado organismo, planteó la posibilidad de lograr de inmediato el edificio para el teatro oficial, revelando la situación económica que atravesaban los propietarios del Cervantes: "Todos ustedes conocen esta soberbia casa de arte y todos están al cabo de las desventuras financieras que, desde antes de su terminación, pesaron sobre sus ilustres iniciadores y propietarios", argumentó García Velloso. El Teatro Cervantes está perdido para ellos. De un momento a otro se producirá el 'crack' definitivo, y pensando dolorosamente que el magnífico teatro pase a manos mercenarias, aconsejo al gobierno nacional su rápida adquisición y su entrega a la Comisión de Bellas Artes". Sus fundamentos entusiasmaron al presidente Alvear, quien dispuso que el Banco de la Nación adquiriese el teatro de María Guerrero.

En 1933 se dispuso por ley la creación del Teatro Nacional de la Comedia y se destinó para su funcionamiento el Teatro Cervantes, bajo la autoridad de la Comisión Nacional de Cultura creada, a su vez, por la misma ley.

La fachada del Cervantes es un tema en sí mismo. El 8 de febrero del año pasado hubo una denuncia por desprendimientos de revoques. Según explicó Julio Baccaro, ex director de la sala, se colocó un vallado del que se hizo cargo la Dirección Nacional de Arquitectura. Durante meses, se pusieron unas maderas en la fachada de la avenida Córdoba que ahora no están.

El tema es que hay ciertas reparaciones que no se pueden hacer sin el aval de la Comisión Nacional de Monumentos Históricos, pero la fachada, había que haberla arreglado hace mucho tiempo y se fue dejando pasar. También los baños para el público están clausurados, la calefacción gotea por todas partes y se llegó a una situación límite.
Se teme que en cualquier momento se queden sin agua o se inunde el subsuelo con líquidos cloacales porque la bomba está vieja y hace ruido. Así, todo. Pero como los fondos tanto para mantener al edificio como para producción artística salen del mismo inciso, la programación que hagamos para 2007 tendrá que contemplar el rescate de la sala y la programación, finalizó diciendo el señor Baccaro.

El teatro es una de las manifestaciones de nuestra cultura y las salas teatrales son parte de nuestro Patrimonio, por lo cual es esperable que se pueda mejorar el presupuesto para que la sala del Cervantes vuelva a brillar como en sus mejores tiempos.

Texto y foto: Susana Espósito
 

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