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Bar Carlitos, modelo en extinción

En el barrio de San Cristóbal encontramos un lugar que se detuvo en el tiempo, inaugurado en 1908 por Manuel García, el bar mantiene la estructura original y las costumbres del Buenos Aires de otra época. "Almacén y despacho de bebidas", así dice el cartel, aunque actualmente solo funciona como bar.

Cuando uno ingresa al local se encuentra con un mostrador de estaño, original, detrás del mismo una estantería con botellas antiquísimas, por ejemplo una que tiene más de cien años, "ves que tiene una bolita?... era para que no se le vaya el gas" nos dice Carlos Leiva, dueño del local, y agrega que es de origen inglés y era el envase de la primera bebida gaseosa.

También hay botellas de Bidú Cola, Gini, ginebra (de cerámica), infinidad de bebidas, muchas de ellas que ya no existen. Señalando los estantes, Carlos nos dice: "las que están de acá para abajo tienen más de cincuenta años", y son unas cuantas.

En las paredes y en el techo hay diversos artículos que ya son parte de la historia y que seguramente los que tienen menos de cincuenta años nunca hayan visto: radios y estufas eléctricas muy antiguas, faroles y calentadores, bicicletas, una vitrola viejísima que todavía funciona, un Wincofon, tarros de lechero, un par de botines Sacachispas y un gracioso cartel de 1892, que vemos en la foto, entre tantas cosas. También a un costado del mostrador hay una máquina registradora muy antigua, que según nos dice Carlos, aún funciona y emite tickets (ver sobre el extremo derecho en la última foto).

Como si todo eso fuera poco, Carlos nos muestra una cajita de fósforos de cera marca Ranchera, que al levantar la solapita se puede observar la leyenda "Plan Quinquenal", lo que revela que se trata de un ejemplar de la época peronista.

A la izquierda de la barra y más al fondo del local hay varias mesitas de madera y sus respectivas sillas, ocupadas por vecinos cual parroquianos de otra época, jugando al truco y al tute, lógicamente "por la vuelta" de bebida. Conversando con algunos de ellos nos dicen que "no jugamos por plata porque está prohibido, pero si lo hacemos por nada sería muy aburrido, entonces el que pierde paga una copita de caña o la ginebrita al ganador".

"Carlitos", así es como lo llaman los habitué, nos cuenta que el atractivo del lugar es que permanece como fue desde su inauguración y que no está dispuesto a cambiar nada, aunque reconoce que harían falta algunos retoques.

Consultamos el por qué del nombre y Leiva nos dice: "Mi viejo era fanático de Gardel, por eso le puso ese nombre al bar y también a mí".

Haciendo un poco de historia, nos dice: "En la otra cuadra (Carlos Calvo 2540) vivió José Razzano, el guitarrista que hizo dúo con Carlos Gardel y ahí enfrente, en la esquina, vivía Rafael Bueno, el del dúo cómico Buono-Striano, siempre venía a tomar algo. También frecuentan el bar los hermanos Bonavena, Vicente y José, algunas veces vino "Ringo". Hace poco estuvo Guillermo Rico, un tipo macanudo, se puso a cantar para los muchachos, en una oportunidad vinieron a jugar a las cartas Hugo Sufovich con Jorge Porcel".

Refiriéndose al almacén que formaba parte del negocio, pero que ya no funciona, cuenta que eran clientes Enrique Muiño, vecino del barrio, Ada Falcón y José Razzano, entre otros.

Vivimos una experiencia diferente, por un momento tuvimos la sensación de haber retrocedido muchos años y ser vecinos de la Buenos Aires de otros tiempos. Una buena opción para los nostálgicos, seguramente recordarán cosas y costumbres que ya habían borrado de su mente.

Texto: Luis Leoz - Fotos: Susana Espósito y Luis Leoz
Fecha de publicación 22/06/07

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