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Monumento a Garibaldi

El revisionismo lo convirtió en un personaje polémico y a veces lo tildó de villano oportunista e inescrupuloso, pero a fines del siglo XIX José Garibaldi era un héroe indiscutido, en el sitial de las figuras destacadas de la historia y cuya vida era una cabal representación de su propia divisa: "Toda injusticia me mueve a la acción".

Su imagen, casi legendaria, pocos años después de su muerte (1882) movió a los inmigrantes italianos en la Argentina a levantarle una estatua, para lo cual abrieron una colecta mediante avisos publicados en LA NACION y en La Prensa.

La buena acogida de la iniciativa, no sólo entre la colectividad, permitió contratar al escultor Eugenio Maccagnani, quien decidió hacer una réplica de la obra ya realizada para la ciudad italiana de Brescia, en talleres especializados en fundición de bronce que existían en Berlín.

Ya concluida, se eligió para emplazarla el paseo entonces conocido como Plaza de los Portones (rodeado de grandes plátanos), frente a la parada de una línea de tramways, en Palermo.

La inauguración de la estupenda estatua ecuestre, con bajorrelieves y un Garibaldi de sombrero que mira al río, tuvo lugar el 19 de junio de 1904, en uno de los actos de mayor convocatoria registrados en esta capital.

Lo encabezó el presidente Julio A. Roca, que compartió el palco oficial con Bartolomé Mitre (a quien había invitado a subir al carruaje, al pasar por su casa y ver que se aprestaba a subir a su propio vehículo para dirigirse a la ceremonia), el intendente Alberto Casares y el propio Maccagnani, más representantes diplomáticos de todo el mundo. Rodearon el palco miembros de los Grupos Garibaldinos -los más entusiastas-, junto a no pocas asociaciones y logias masónicas, a una de las cuales perteneció el militar y aventurero peninsular.

El titular de la comisión organizadora del homenaje, Tomás Ambrosetti, tuvo a su cargo la entrega oficial del monumento a la ciudad, al tiempo que más de 50 bandas de música interpretaban un himno dedicado a Garibaldi.

Ambrosetti ponderó esos aspectos epopéyicos de Garibaldi, de enorme poder de seducción sobre librepensadores, románticos e idealistas como Alejandro Dumas, quien se unió a su ejército en Sicilia, en 1860, y se refirió a su participación en las campañas que lideró en América del Sur, sobre todo en Uruguay, Brasil y la Argentina, por lo que lo llamó "hombre universal".

Cuatro meses después, la entonces municipalidad aprobó la nueva denominación de plaza Italia.

Willy G. Bouillon
Nota publicada en el diario LA NACION el 20.06.2004

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