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"VIEJO CAFÉ DE GARCÍA"
Bajo cúpula de enredaderas aromadas de tiempo,
los parroquianos sueñan nostalgiosos el ayer,
pensamientos que perfuman tu vereda,
semicírculo que rodea al café.
Dispersas rejas, balcones de un tiempo ido,
donde, intangible novia, asoma su perfil
la misma que cantara Carriego,
pecho palpitante, magnolia de abril.
Dos nombres, dos estrellas, recuerda fileteado cartel,
en sus traslúcidas fosforescencias,
paternales galaxias alimentan los fanales,
guardianes del santuario que le dicen Café.
Desde afuera, la brisa se desdobla
por las vidriadas ventanas, ve su leve figura de mujer,
que acercándose al espejo pregunta
¿Qué se hizo del Ayer?
Torbellino de objetos que miran
atrapan, vencedores del olvido cruel
girando la rueda del tiempo
sin antes, ni después.
Café, Bar, Billares, quién te enseñó esa magia,
qué duende legendario es tu dueño
que se hace llamar García,
delantal blanco y pensamientos de hechicería.
Arolas y Bardi están en la vereda,
Betinotti calla, ya llegó Gardel.
Sutiles manos descuelgan instrumentos
noche de truco, billar y café.
Del arco del Violín caen miles de estellas
se escapan del fueye suspiros de amor
se alzan las cenizas de pichuco
y en remolino fatal, notas blancas y negras
forman el piso del Café Bar.
En la madrugada azul, solitario trasnochador,
desde lejos observa la esquina,
no se asombra ni delira,
por las ventanas salen y entran enloquecidos
los fantasmas del viejo Café de García.
Ana María Torres Buchieri
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