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Pallarols

Desde 1750, la misma familia, la misma pasión

El viernes 11 de noviembre, por la mañana, Conozca Buenos Aires entrevistó al maestro orfebre Juan Carlos Pallarols, el platero más prestigioso de la Argentina, para interiorizarnos acerca del arte de trabajar la plata y conocer de qué manera se realizan las piezas en su taller.

La primera generación de esta familia, que se dedicó al arte de la platería, se remonta a mediados del siglo XVIII en Barcelona y en la actualidad, sus hijos conforman la séptima generación que por voluntad propia, da continuidad a esta tradición.

Juan Carlos Pallarols es el cuarto de nueve hermanos. Nació el 2 de noviembre de 1942.
Sus primeros juegos fueron tallar, tornear rueditas y manejar el lápiz tinta o dibujar películas en papel manteca, aunque según sus dichos, también tuvo tiempo para patear la pelota y para la escuela.
Así, naturalmente, llegó un día en que su padre le pidió que calcara una aureola grande de plata. Era una chapa de cuarenta centímetros de diámetro, para la Virgen de Moldesen San Luis, y se sintió con una responsabilidad tan grande que a pesar de sus doce años de entonces, encaró la consigna como un adulto.
Una vez finalizado el trabajo, preguntó a su padre:

"está muy mal lo que estoy haciendo, papá?"

Su padre lo miró sonriendo y con los ojos llenos de lágrimas, que después comprendió que eran de orgullo.

Después de esa primera aureola, su padre comenzó a confiarle trabajos y a revelarle los secretos de la profesión.

Uno de esos secretos fue que en este oficio también se puede perder y lo descubrió cuando le encargaron a su padre un sarcófago para Eva Perón.

Era algo impresionante, la tapa de plata, como una gran cama, con un mantel labrado, debajo del cual irían treinta y cinco o cuarenta baldosas de oro y plata, cada una representando a un sindicato.
Otro de los requisitos era hacer la tapa, de una sola pieza, porque la idea era levantarla todos los años para ver sus restos embalsamados.
Fue un trabajo de gran dedicación e inversión, pero cuando ya estaba bastante avanzado, la revolución del 55, dejó a Evita sin sarcófago (igualado solo a la tumba de Tutankamón, una obra única en el mundo).

Su padre nunca cobró un peso y perdieron su casa de Lomas de Zamora, teniendo que mudarse a una casa-taller enorme, pero que ya no tenía el esplendor de la perdida.
La revolución del 55 le había quitado a su padre, la oportunidad de ejecutar su obra maestra, aunque también le abrió las puertas para restaurar todo el daño provocado por el conflicto entre la iglesia y el peronismo. Como habían quemado la Catedral, les encomendaron restaurarla y durante un tiempo el taller, fue el convento de Alsina y Defensa.

Su ganado prestigio y su historia de vida nos despertó tanta curiosidad que decidimos pedirle una entrevista, que nos fue concedida.

Luego de darnos la bienvenida, Juan Carlos nos invitó a pasar a su escritorio donde conversamos de manera cordial y distendida, comenzando de la siguiente manera:

La plata 925 es la mejor?

La mejor para qué?

Por ejemplo para la joyería.

No, la mejor es la plata pura, que es plata mil, como sale de las minas.
En un kilo hay mil gramos de plata, aunque químicamente se dice plata 999, porque en un kilogramo, siempre hay una partícula de impureza. Se la llama granalla o plata fina.
La plata es blanda como el estaño y no sirve para trabajar, por lo cual se le incorpora un poco de cobre que le da dureza.
Con 75 grs. de cobre, por kg de plata, ésta conserva todo su esplendor, su brillo, su color blanco como la luz de la luna. Esto es apto para hacer por ejemplo una sopera, pero si yo tuviera que hacer un estribo de plata, nunca lo haría con plata 925 porque es muy blanda y se necesita plata 850 u 800, que no tiene un color tan bonito pero es más resistente.

Por eso, de acuerdo a lo que se quiera hacer, determinamos qué tipo de plata es la mejor.

Con respecto a la reglamentación que regía para los orfebres, acerca de las cuatro marcas que debían tener las piezas, era obligatorio marcarlas con el título, el año de fabricación, la región en donde fue elaborada y el sello del autor, respondió:

Esa ley ya no está vigente, pero que lo correcto es: poner el título, el metal y la firma o el sello punzón del platero que certifica que el metal empleado es plata 925, 900 u otra y que es auténtico. De esa manera se reafirma la autenticidad y se asume la responsabilidad.

Qué siente cuando debe desprenderse de una pieza terminada?

Me cuesta desprenderme, pero con mis clientes se entabla una relación de amistad, cuando vienen a mi taller, terminamos tomando mate o compartiendo un asado.

Muchas piezas que he realizado y las he regalado o vendido, las tengo yo en casa.
El cáliz que hizo mi padre para la Catedral, cuando vino quien después fue Pío XII lo tuve en casa más de diez años, y cada vez que lo necesitaban me lo pedían, como cuando el Cardenal Quarracino cumplió 50 años de sacerdote, me lo pidieron y luego me lo daban. Estaba como en custodia en la casa de Pallarols.

Sabemos que en la Catedral hay varios obras realizadas por la familia Pallarols, quiénes fueron los que realizaron los primeros trabajos?

Seguramente mi bisabuelo, pero no tengo documentación, porque ellos trabajaron durante el siglo XIX, tenían el taller en la calle Piedad (hoy Bartolomé Mitre), muy cerca de la Catedral.
Mi abuelo sí, a principios del siglo XX comenzó a trabajar para la Catedral, realizó la custodia para el Congreso Eucarístico, el sagrario y otras piezas.
Muchas fueron robadas y otras se perdieron por incendios, pero las últimas cuatro generaciones, de una manera u otra, hemos trabajado para la Catedral.

En qué se inspiró para realizar el cáliz que le obsequió al Papa Benedicto XVI?

La primera inspiración fue el vicio de cualquier platero, hacer un cáliz muy importante y lujoso, pero luego, pensándolo bien, me di cuenta que lo más importante era que trabajaran muchas personas, como un símbolo de unidad, de dedicación y de preservar la cultura.
Comencé trabajando en Buenos Aires y luego fui desde Jujuy hasta Tierra del Fuego.

Qué sintió cuando se encontró frente al Papa?

Pensé, qué hago yo aquí?
Fue una entrevista que estaba pautada para que durara dos o tres minutos, el cáliz no se iba a levantar de la mesa, sobre la cual estaba apoyado, y él lo tomó en sus manos, comenzó a preguntar el significado de lo que veía y qué eran esas 200 mil personas, a lo que respondí que esa era la cantidad de argentinos que participaron del trabajo. Con un gesto, le expresé que yo sostuve el cincel y la gente martillaba.
El Papa respondió que era "una verdadera oración del pueblo argentino".

Adrián, uno de los hijos de Juan Carlos nos mostró el boceto del cáliz.

Evidentemente, un buen platero no se queda solo con el buen manejo de la fundición, el dibujo y las distintas técnicas para lograr una buena pieza, sino que además debe conocer simbología que aplicará para lograr un excelente trabajo.

A mi me interesa todo lo que sea un testimonio del ser humano sobre la tierra, el ser humano con fe. Respeto mi fe y la practico pero también respeto las demás; por eso en este trabajo realizado para el Papa participaron judíos, musulmanes, japoneses, agnósticos, ateos, que quisieron sumarse porque entendieron que lo importante era estar juntos en lo que tenía que ver con la fe y que valía la pena preservar los principios morales.
En ésto yo encuentro la sal de mi trabajo.

Cuáles fueron los bastones presidenciales que realizó?

Mi abuelo hizo algunos, mi padre hizo el de Arturo Illia, a quien nunca se le entregó porque no lo usó, y yo se lo regalé a Alfonsín en 1983, luego hice los bastones de los presidentes que siguieron, hasta el del presidente Néstor Kirchner.

Cuando hicimos alusión a su prestigio, dijo que el secreto es no tomar este trabajo como un negocio, que él realmente lo hace como un gran placer que comienza cuando dibuja una pieza que va a crear, y de esa manera resulta un buen negocio, porque la gente después encuentra ese trabajo tan atractivo, que aunque realmente pidiera el doble de lo que vale, lo pagan.

A veces, la necesidad y la urgencia no permiten tomarse el tiempo que yo le dedico a cada trabajo, y luego resulta en beneficio propio.

Cómo realizó esa pieza que obsequió a Maradona para que fuese subastada en beneficio de los comedores?

Fue producto de la imaginación y la creatividad. La idea debe ser más importante que el trabajo. Yo no quiero competir con Picasso, con Velázquez. Deseo expresar una idea y ser testimonio del lugar y de la época que me tocó vivir. Pensé en Maradona, su deporte, el lugar que ocupó en el mundo y en lo que debe haber sufrido.
Por eso la rosa, símbolo del amor con dolor, el alambre de púas, los cardos, la llama mágica del deporte y la fe. La unión de la rosa con los dos pimpollos que son sus hijas como símbolo de la familia que fue quien lo salvó, y esa pelota representando el deporte que él practicó, transparente, respetando lo que él dijo, que aunque se haya equivocado, "la pelota no se mancha".
La pieza quedó en manos de Adrián Suar, quien la adquirió en la subasta que se realizó en el MALBA.

Pallarols admitió que le costó 25 años desprenderse de su soberbia, que le importaba que la gente se diese cuenta que dibujaba, tallaba y cincelaba muy bien. Hoy le interesa que la gente interprete la idea y considera que lo importante es el símbolo.

De cualquier manera es una persona muy exigente en lo que hace, dice que sacar la punta del lápiz con el cual dibuja ya es toda una preocupación, que debe ser afilada, bien hecha y está en cada detalle de los elementos que le permitirán realizar un trabajo que asume con pasión y gran responsabilidad. En eso encuentra el placer de hacer las cosas bien..

Cambiando de tema, Ud. influyó para que sus hijos sean la continuidad de esta tradición como familia de orfebres o fue decisión personal?

No, yo les transmití que era feliz con lo que hacía, pero los hice estudiar, aunque finalmente se quedaron con ésto.
Ocurre que cuando uno ve que alguien disfruta de lo que hace, contagia a los demás el deseo de probar.
Creo que el gran secreto está en el ejemplo y la educación, y recuerda, mirando una foto familiar donde está tomado de la mano de su abuelo, quien era feliz con su oficio, diciendo: "por eso me sorprendo cuando estoy con figuras importantes como la princesa Máxima y otras, y me doy cuenta que estoy allí porque mi trabajo me llevó a ese lugar". Por eso cuando muchas veces escucho decir que el trabajo es una maldición bíblica, yo pienso que el trabajo es lo que más nos hace parecer a Dios. El dinero no es lo más importante, lo importante es disfrutar de las pequeñas cosas.

Juan Carlos dice que nunca va a disfrutar de un auto como del primero que tuvo, al que había que darle manija para que arranque y cuando hacía mucho calor, había que mojarle las llantas de madera con una regadera para que se hincharan y no crujieran.

Le preguntamos si tenía nietos varones y si le gustaría que también fueran plateros, a lo que respondió:

Sí, tengo dos nietos varones y lo que quiero es que sean felices. Si se dedican a la platería que sean buenos plateros, porque hacerlo por obligación y ser malos plateros no sirve. El hecho de llamarse Pallarols no es target de nada. Vale el amor que uno pone en lo que hace.

Luego nos contó que días pasados, había ido a comprar madera para hacer los bastones de mando y al ingresar a su casa, un matrimonio que pasaba por el lugar, lo reconoció y le dijeron si le podían dar la mano. La pareja se admiró de ver al orfebre cargando la madera, a lo que respondió que de la misma manera en que elige las frutas y verduras que compra, también lo hace con la madera, porque quiere asegurarse de que sea lo que considera mejor para realizar sus trabajos.

Posteriormente nos invitó a ingresar al taller, donde además de fundir plata, se funden los sonidos de un CD de Motzart con los de martillos y sopletes, que empuñados por quienes trabajan allí, parecían hacerlo abstraídos del mundo exterior e inspirados por la música, que seguramente les induce a reflejar en las piezas que realizan todo el arte que allí se respira.

Juan Carlos, quien además de ser un excelente orfebre, nos permitió descubrir su calidad humana, su humildad y su amor hacia esta tradición familiar a la que dio continuidad, se despidió de nosotros, para que recorriéramos su lugar de trabajo y tomáramos fotografías.

En el taller trabajan alrededor de 10 personas y además de los bastones de mando presidenciales y las importantes piezas de tipo religioso, se hacen lapiceras, señaladores de plata y oro, estribos, mangos de cuchillos, arañas, marcos para espejos y un sin fin de piezas que son un regalo para los ojos.

Luego hablamos con Luis Alonso, sobre la técnica de la cera perdida, que consiste en hacer el molde de la escultura en un material como el yeso o la escayola. Este molde se hace en dos mitades que se cubren en su parte interior con una capa de cera de abejas. Se dejan sendos orificios en cada parte; por uno se vierte el metal fundido, cuando las dos partes están juntas, y la alta temperatura del metal, hace que la cera se evapore, y al solidificarse el metal (cuando se enfría) adopta la forma del molde, que luego se rompe y se obtiene la pieza
Luis, también nos enseñó cómo se utiliza un fueye.

Cuando se trabaja una pieza y el metal y se endurece, para ablandarlo se utiliza el fueye. Primero se calientan las piedras con el soplete, luego se apoya la pieza y se pedalea el fueye para enviar aire, mientras se sigue sopleteando.

Además le preguntamos acerca de la capacidad de los hornos de fundición, a lo que respondió:

Aproximadamente se pueden fundir hasta 4 kg de plata 1000, a una temperatura de 1.100º, demorando cerca de 3 horas.
Estos hornos funcionan con gas natural.

Luego agregó que "en este taller se trabaja de manera totalmente artesanal, las máquinas son solo un elemento para acompañar".

Finalmente, muy agradecidos por habernos recibido con tanta amabilidad, nos despedimos de Adrián, hijo de Juan Carlos, quien tiene 34 años y realizó un cóndor de plata de gran tamaño, para la Plaza de Siemens (Alemania) , el edificio central, donde tienen representación cada una de las sedes mundiales de esta empresa.
También hizo otro cóndor para la central en Argentina.

Texto: Susana Espósito - Fotos: Luis Leoz

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