Pasaje de los Carruajes
El Teatro Colón abrió un nuevo espacio. Se trata de una confitería en la calle que atraviesa el interior de la ópera porteña, para que disfruten quienes van a la boletería a comprar sus entradas, y también para quienes trabajan en la zona y buscan un rincón donde almorzar algo rico, alejados de la rutina y el ruido.La obra fue parte de un plan para renovar el teatro antes de 2008, cuando cumpla cien años y consistió en el reciclaje de los locales ubicados en el Pasaje de los Carruajes, frente a las actuales boleterías, a los efectos de adecuarlos para el funcionamiento de una confiteria y un local para venta de libros con objetos de diseño etc. del Teatro Colón de Buenos Aires.
Los locales pertenecen al edificio original y cuenta con solados, artefactos de iluminación y carpinterías de valor patrimonial. La obra incluyó la restauración de los mismos teniendo en cuenta los conceptos de bien o patrimonio cultural enunciados en las cartas internacionales.
La pequeña confitería, "escondida" en el antiguo Pasaje de los Carruajes, esa angosta callejuela que atraviesa el Teatro Colón para comunicar las calles Tucumán y Arturo Toscanini.
El arquitecto italiano, Francisco Tamburini había diseñado ese pasaje para que los días de lluvia las damas no se empaparan el ruedo del vestido y, en vez de acceder por la entrada principal de la calle Libertad, bajaran del coche directamente al foyer del teatro. También era el acceso de las viudas, que ingresaban inadvertidas por un pasadizo secreto hasta una zona de palcos llamados baignoire , creados para que pudieran presenciar la función sin ser vistas durante el período de duelo.
La acertada propuesta forma parte del master plan que lleva adelante la Subsecretaría de Patrimonio del Gobierno porteño, que, con créditos del BID, intentará poner en valor el edificio y dotarlo de tecnología de última generación.
Susana Espósito
