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Un toque de magia para los porteños

Cuántas veces desearíamos tener la famosa varita mágica para poder solucionar los problemas que nos acosan a diario. Creo que todos pensamos alguna vez en lo maravilloso de poder usarla para descongestionar el tránsito, evitar la inseguridad, hacer que el dinero alcance para llegar a fin de mes, limpiar la casa y cocinar por arte de magia. Pero eso es una utopía, todos sabemos que la magia es una ilusión, un captar las cosas de una manera que no es real, pero aunque así sea, nos permite disfrutar el encanto de un acto donde todo parece posible, gracias a la destreza de los magos, que atrapan la atención de los pequeños y permiten a los adultos sentirnos niños por un rato.

En el Museo Nacional de Arte Decorativo (ex Palacio Errázuriz) se presenta la muestra "4 Siglos de Ilusionismo: Historia gráfica y visual de la magia", que comenzó el 8 de Junio y continuará hasta el 5 de Agosto.

La Colección Pacheco de objetos de magia incluye piezas únicas como el primer libro editado en inglés de 1584 y el primero en castellano del año 1733 además de 300 posters litográficos, diseñados y editados entre 1890 y 1950, de los que se exhibe una selección, así como obras de Jules Chéret, padre del poster moderno.

Esta exposición, inédita ya que nunca se ha exhibido públicamente, es una historia gráfica y visual de la magia: afiches, programas, aparatos, juguetes, libros, manuales y cajas de magia a la vez que un tributo al eximio Fu Manchú. Este gran mago, hijo del genial Mago OKITO, nació Londres en 1904, y su verdadero nombre era David Tobias Bambergy. Falleció el 19 de agosto de 1974, en Buenos Aires.

También puede verse la caja con agua en la que era sumergido el mago Houdini, encadenado. Houdini, nació en Hungría, en 1874 bajo el nombre de Ehrich Weiss

Uno de sus más preciados actos, el escape de la Celda de Torturas China, un ejercicio supuestamente difícil.

Una vez en el escenario, Houdini señalaba la Celda, un depósito de caoba revestido interiormente de metal, con el frente de cristal, que era necesario en el caso de que se diera por vencido o le fallaran las fuerzas. Obviamente, los espectadores no deseaban que se ahogara, y Harry jugaba con la aprehensión del público a las mil maravillas.

Si se encontraba en apuros, sus colaboradores romperían el cristal y tratarían de salvarle. El mago invitaba a un grupo del público a que llevara a cabo una detallada inspección del recipiente.

A continuación, se llenaba la Celda de agua. Vestido con traje de baño, Houdini se tendía en el suelo. En los tobillos le colocaban cepos de madera con cierres metálicos, que se sujetaban a un enorme armazón. Éste se izaba hasta que el mago colgaba cabeza abajo sobre la Celda. Tras varias aspiraciones, daba la señal para que lo bajaran. A continuación, el armazón que sostenía los cepos descendía hasta formar la parte superior de la Celda. Sobre éste se ajustaba una rejilla metálica; se accionaban sus cierres, y el público que estaba en el escenario le colocaba candados.

La audiencia podía ver a Houdini a través del cristal. Estaba en el agua, cabeza abajo, con los tobillos inmovilizados, indefenso. Entonces, la Celda se ocultaba de la vista del público mediante una cabina acortinada. En el exterior, dos colaboradores con cascos de bombero, gabardinas negras, botas de goma y hacha en mano, permanecían alerta. La orquesta ejecutaba música acorde con la tensión del acto.

Transcurre un minuto, luego dos. El público entraba en tensión. Dos minutos y medio. Tres. Y ya empezaban a oírse murmullos de alarma. No solamente se encontraba encerrado bajo el agua, sino que estaba también con la cabeza para abajo y los tobillos sujetos por un cepo.

La evidente impotencia que entrañaba su posición resultaba aterradora. Algunos espectadores se volvían histéricos, oyéndose gritos de que se acudiera en su ayuda.

Llegado el momento acordado, los colaboradores levantaban sus hachas en claro ademán de romper el cristal y salvar al mago, pero, en ese preciso instante, Houdini descorría la cortina y aparecía ante el público con estudiado despliegue histriónico. Detrás de él aparecía la Celda, intacta, y tan cerrada como antes.

Naturalmente, la audiencia estallaba en una explosión mezcla de alivio y júbilo, completamente asombrada.

Houdini falleció el 22 de octubre de 1926, cuando tenía 52 años. Su muerte sacudió a toda la nación y al mundo

Además de recorrer la muestra, Conozca Buenos Aires disfrutó de los videos que se proyectan en una de las salas, donde se recuerda a importantes magos e ilusionistas de todos los tiempos.

Grandes y chicos disfrutan del encanto de la magia que nos permite mantener la capacidad de sorprendernos e ilusionarnos.

Texto y fotos: Susana Espósito
Fecha de publicación 22/06/07

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