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Los habitantes de la calle

Sigue en aumento la cantidad de personas sin techo que habitan en distintas plazas y en las puertas de edificios históricos de Buenos Aires.

A pesar de la existencia de refugios en los que el gobierno de la ciudad les ofrece un lugar para dormir, asearse y comer, son muchos más los que se resisten a ir a esos lugares que los que aceptan. Podemos observar desde viviendas precarias hasta colchones y frazadas que se ubican en lugares que no son los adecuados.

Los habitantes de la calle tienen diversas edades, son hombres, mujeres y niños, que lamentablemente sufren las mayores consecuencias y están expuestos a enfermedades y a los peligros que representa estar en la calle.

En la zona de la Plaza Congreso ya son aproximadamente 100 personas que se ubican al lado del monumento, en la puerta de la ex Caja de Ahorro, la glorieta sobre la avenida Rivadavia. Algunos armaron carpas, otros duermen en un carro o simplemente tiran allí sus colchones.

Los vecinos están molestos y preocupados debido a que no todos los que habitan esa zona, son gente tranquila, entre ellos hay varios jóvenes a los que se puede ver fumando paco y a quienes culpan de la mayoría de los arrebatos que ocurren allí. Asimismo hay quejas por la suciedad del lugar, debido a que arrojan restos de comida, pañales sucios y en épocas de frío, también prenden fuego para calentarse o cocinar, siendo ésto un peligro.

Todas las noches se forma una larga fila en Hipólito Yrigoyen y Solís, donde distintas organizaciones van a darles de comer. También hay iglesias y otras personas solidarias que muchas veces les acercan sopa o guiso.

En 2010, Médicos del Mundo atendió a 93 personas en la Plaza del Congreso y realizaron 302 consultas. El 70% eran hombres y el promedio de edad de 39 años. El 18% llevaba más de 3 años en la calle y el 24%, entre 1 y 3 años. El 67% estaba solo. El 30% era adicto al alcohol, el 20% a la cocaína, el 20% al paco y el 30% a la marihuana. En la organización explican que muchos sufren enfermedades psiquiátricas o adicciones porque la falta de red familiar y de trabajo afecta su salud mental.

El doctor, Gonzalo Basile, titular de Médicos del Mundo Argentina reveló que el 30% de los que viven en la calle no tiene DNI y no puede acceder a programas de asistencia.

También en la zona de Plaza de Mayo hemos visto gente que duerme en la plaza, en la recova del cabildo y en la Catedral, donde los escalones de acceso y el peristilo quedan en un estado desastroso, sucio, con olor a orín y desperdicios de todo tipo. Otro tanto ocurre en la recova de la avenida Paseo Colón, en la que una seguidilla de hombres, perros, colchones y botellas de bebidas alcohólicas están diseminados en varias cuadras.

Es lamentable que esto ocurra en nuestra ciudad, donde sería maravilloso que todos pudieran acceder a un trabajo y a una vivienda digna, pero está claro que no se encuentra la solución, que no es precisamente llevarles un plato de comida diario, sino poder ubicarlos y reinsertarlos en un ámbito laboral que los dignifique. Hay muchas cosas que tal vez se podrían hacer de acuerdo a las capacidades que cada una de esas personas tenga, por ejemplo ir a pintar escuelas, hospitales, plazas, tareas de limpieza, poda de árboles, salir a rellenar los baches de la ciudad, ponerlos como guardianes de plaza, registrarlos y que puedan ser tomados como servicio doméstico donde incluso podrían emplearse con cama, cuidado de enfermos que no tienen familiares que lo hagan. Estas son solo algunas cosas que se me ocurren.

Pronto llegará el otoño y los primeros fríos, cuando más se sufre estar a la intemperie, pero seguramente no llegará la solución.

Por otra parte, mientras continuemos de la misma manera, sería conveniente pedir como colaboración extra, que cuando se les entreguen las viandas diarias, les enseñen que deberán tirar los residuos en el lugar correspondiente o no se les volverá a dar, ya que he sido testigo presencial de que en varios casos ni siquiera agradecen el acto de grandeza y solidaridad de quienes reparten los alimentos, sino que después de ingerir sus comidas, arrojan las bandejitas, los vasos, botellas, etc en cualquier lugar y es una falta de respeto hacia la comunidad que les está ayudando. Prueba de eso se ve reflejado en las imágenes que acompañan esta nota.

Ojalá las autoridades, que no desconocen la situación, piensen que hay muchas maneras de ayudar y a veces es más importante enseñar a pescar que regalar el pescado.


Noticia publicada el: 17/02/12 - (Cantidad de caracteres:4481)



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