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Los 100 años del Rosedal

El lunes pasado, el Rosedal de Palermo cumplió su primer siglo de vida. Fue diseñado por el ingeniero agrónomo, Benito Carrasco e inaugurado el 24 de noviembre de 1914.

Ocupa 3,4 hectáreas y está delimitado por las avenidas Infanta Isabel, Iraola y Pedro Montt, dentro del Parque 3 de Febrero, en el barrio de Palermo.

El Rosedal cuenta con 8.000 rosales de 93 especies diferentes que esparcen su aroma y lucen su colorido, invitando al paseante a disfrutar de este bellísimo jardín.

En 2011, fue declarado Patrimonio Cultural de la Ciudad por la Legislatura porteña, para que ninguna restauración altere el diseño original. Además de la rosaleda, se distingue el Jardín de los poetas, donde se observan 26 bustos que rinden homenaje a poetas y escritores. También vale la pena destacar el Patio andaluz, regalo de la ciudad de Sevilla a Buenos Aires, en 1929. Es de diseño simétrico y está realizado en mayólicas de Triana. En el centro se encuentra emplazada una fuente y bancos a los costados y la pérgola que le da el marco adecuado.

Los lagos artificiales también le otorgan un toque fresco y romántico y el Puente del Centenario, llamado así porque se mandó construir para el centenario de la Revolución de Mayo. Muchos lo llaman el Puente de los Suspiros.

El Rosedal acaba de ser premiado con el "Garden Excellence Award "por la Federación Mundial de las Sociedades de Rosas, que lo declaró “Jardín de Excelencia” por “su belleza, historia y valor educativo”. Es la segunda vez, en dos años, que recibe este premio y es el primero en Sudamérica en ganarlo, por eso, el lunes como parte de los festejos del Centenario se descubrió una placa que deja constancia de la importante premiación.

También se colocaron otras dos placas por estos primeros cien años: una en nombre del Gobierno de la ciudad y otra en nombre de la Legislatura porteña.

El Rosedal fue uno de los paseos preferidos por la aristocracia porteña. Actualmente, ya no se ven mujeres con vestidos largos, guantes de seda, capelinas e incluso sombrillas de encaje, paseando por allí, con paso elegante y dejando oír el fru fru de sus enaguas almidonadas, ni esos elegantes caballeros con traje, sombrero y bastón. Los tiempos son otros y de aquellas vestimentas que solo dejaban descubierto el rostro y las manos, hoy vemos a jóvenes y adultos tomando sol en traje de baño o caminando, corriendo, andando en patines o bicicletas, disfrutando también del Parque tres de febrero y especialmente del Rosedal, de una manera diferente.


Susana Espósito - Noticia publicada el: Jueves 27/11/14 - (Cantidad de caracteres: 2522)




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