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Roque Sáenz Peña y la ley del sufragio

Este domingo 9 de agosto, en que los argentinos debemos ir a emitir nuestro voto, para determinar quiénes serán los candidatos definitivos a ser el nuevo presidente de la Nación, se conmemora el aniversario del fallecimiento de Roque Sáenz Peña, autor de la ley del sufragio, en 1912. Se cumplen 101 años de su muerte.

En aquellos tiempos era sabido que las elecciones siempre eran fraudulentas. El voto era masculino y cantado, y el país se dividía en 15 distritos electorales en los que cada votante lo hacía por una lista completa, es decir que contenía los candidatos para todos los cargos. La lista más votada obtenía todas las bancas o puestos ejecutivos en disputa y la oposición se quedaba prácticamente sin representación política.

La emisión del voto de viva voz podía provocarle graves inconvenientes al votante: desde la pérdida de su empleo hasta la propia vida, si su voto no coincidía con el del caudillo que dominaba su circuito electoral. Sin dudas, rigió por aquellos años (1857-1912) un fraude que resultaba escandaloso en algunos casos, como lo cuenta Sarmiento en una carta a su amigo Oro, refiriéndose a las elecciones de 1857, en la que decía:

“Nuestra base de operaciones ha consistido en la audacia y el terror que, empleados hábilmente han dado este resultado admirable e inesperado. Establecimos en varios puntos depósitos de armas y encarcelamos como unos veinte extranjeros complicados en una supuesta conspiración; algunas bandas de soldados armados recorrían de noche las calles de la ciudad, acuchillando y persiguiendo a los mazorqueros; en fin: fue tal el terror que sembramos entre toda esta gente con estos y otros medios, que el día 29 triunfamos sin oposición”... Increíble pero cierto.

El 12 de octubre de 1910, Roque Sáenz Peña asumía el cargo de presidente de la Nación y cumplió con su palabra enviando al parlamento el proyecto de Ley de Sufragio, que había elaborado con la estrecha colaboración de su ministro del Interior, Indalecio Gómez. Establecía la confección de un nuevo padrón basado en los listados de enrolamiento militar, y el voto secreto y obligatorio para todos los ciudadanos varones mayores de 18 años.

La ley significaba un gran avance, aunque no eran pocos los excluidos por ella. Las mujeres (casi la mitad del padrón), los extranjeros, los habitantes de los territorios nacionales, los habitantes de municipios con pocas personas, que no podían elegir autoridades municipales, y quienes en los municipios en los que se podía elegir sólo podían votar como sus autoridades locales a los propietarios contribuyentes.

Esta ley posibilitó el fin del fraude y significó un notable avance hacia la democracia en la Argentina y la posibilidad de expresión de las fuerzas políticas opositoras que habían sido marginadas del sistema por los gobiernos conservadores.

Roque Sáenz Peña no pudo terminar su mandato presidencial, debido a que se enfermó y una y otra vez debió solicitar licencia, hasta que en octubre de ese año delegó el mando en Victorino de la Plaza.

Falleció en Buenos Aires en la madrugada del 9 de agosto de 1914, mientras en Europa estallaba la Primera Guerra Mundial. La ley por la que había luchado siguió vigente y amplió decididamente la participación política de los nuevos sectores sociales argentinos.

En la actualidad siempre surgen las dudas del fraude, el robo de boletas y aunque para elegir al nuevo Jefe de Gobierno porteño se utilizó la boleta electrónica, con gran aceptación en la ciudad de Buenos Aires, todavía no se implementa a nivel nacional, algo que sería interesante porque se conocen los resultados más rápidamente y también es más difícil que haya fraude.


Susana Espósito - Noticia publicada el: Jueves 06/08/15 - (Cantidad de caracteres: 3685)
Fuente consultada: El Historiador.com.ar




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