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    Aviones como latas de sardinas

    Quienes vivimos en Argentina, sabemos que cuando queremos viajar para conocer otras ciudades del mundo, tenemos largas horas de viaje y eso implica, excepto para quienes pueden darse el lujo de viajar en business, la incomodidad de volar en clase económica.

    La falta de espacio entre los asientos e incluso el tamaño de los mismos es una de las quejas frecuentes de los pasajeros, que deben sortear varias dificultades. Quienes tienen unos kilitos de más, tienen que hacer malabares para ubicar su humanidad en el asiento; los que son altos no contarán con el espacio suficiente para acomodar sus piernas y las rodillas quedarán pegadas al respaldo del asiento de adelante y cuando los viajes duran más de cinco horas y queremos dormir un rato, es casi una utopía, ya que es imposible dormir sentados, ya que la inclinación de los respaldos es casi nula.

    Más allá de la incomodidad, está comprobado que eso genera además problemas de circulación puede causar edemas y hasta el riesgo de una trombosis. También la falta de espacio perturba la respiración y restringe el tránsito gastrointestinal, entre otros efectos colaterales.

    Lo cierto es que según un estudio realizado por la Sociedad Internacional lara el Avance de la Cineantropometría (el área de la ciencia encargada en la medición de la composición del cuerpo humano), que fue publicado en el Diario El País de España, señala el serio problema de los asientos de las compañías aéreas.

    En ese estudio se considera que la talla y el peso del ser humano aumentaron de forma significativa en las últimas generaciones y que por el contrario los asientos de las compañías aéreas se achicaron y son un problema para las personas que superan el metro setenta.

    Otro dato interesante para evaluar la ergonomía del transporte aéreo es la longitud entre asientos -desde la cara trasera del asiento delantero hasta el mismo punto del asiento posterior-. Esta distancia suele oscilar entre los 76 y los 85 centímetros en clase turista, aunque en algunos aviones es de 73,6 centímetros. En relación a la anchura de los asientos, la distancia más común entre los apoyabrazos es de unos 43,2 centímetros y hay poca diferencia entre empresas.

    A pesar de esto, las compañías aéreas han incrementado el número de plazas por vuelo con finalidad de mejorar la rentabilidad económica y en realidad, más que viajar en un avión, parece que vamos "como sardina en lata", más que juntos, encimados. Creo que ya perdió vigencia aquella canción de Charly García que decía “no voy en tren, voy en avión, no necesito a nadie, nadie alrededor”.


    Susana Espósito - Noticia publicada el: Jueves 07/01/16 - (Cantidad de caracteres: 2596)




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