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    Quinquela Martín, a cuatro décadas de su muerte

    El sábado 28 de enero se cumplen 40 años del fallecimiento del pintor del barrio de La Boca, Benito Quinquela Martín, tan querido y tan recordado.

    Había nacido el 1° de marzo de 1890, se supone en el seno de una familia de clase acomodada, ya que a pocos días de su nacimiento, fue abandonado en la Casa de niños Expósitos, bien vestidito y con medio pañuelito bordado, que tal vez, podría suponerse, completara la otra mitad que quedara en manos de su madre, posiblemente, una manera de demostrar, en el caso de arrepentirse y querer reclamar al niño, quién lo había dejado allí.

    A los 14 años comenzó a trabajar en la carbonería de su padrastro, en Irala al 1500, mientras concurría a una modesta academia nocturna de dibujo del barrio de la Boca. Tras abandonar sus estudios primarios, ingresó a una academia de su barrio donde realizó cursos de pintura y comenzó a hacer retratos para la gente del barrio hasta decidir dedicarse a pintar temas portuarios.

    Fue adoptado por una familia humilde, dueña de una carbonería en Irala al 1500. Sus padres adoptivos fueron Manuel Chinchella y Justina Molina. En la carbonería, Benito hizo sus primeros dibujos, con trocitos de carbón y luego, con gran sacrificio, sus padres lo enviaron a una escuela de dibujo.

    Quinquela comenzó a pintar sus cuadros con imágenes del puerto en el baño del primer piso de la carbonería. El había abandonado la escuela, cuando estaba cursando segundo grado, para ayudar a su familia descargando carbón de los barcos, por unos pocos pesos.

    Su primera obra fue un retrato de un señor en un café, lo pintó y lo cambió por un café con medialunas.

    Para realizar sus pinturas, no utilizaba pinceles, utilizaba una especie de cuchara a manera de espátula, que cargaba con grandes cantidades de óleo. Su temática siempre fue el puerto.

    También pintó numerosos murales y cerámicas de grandes dimensiones en edificios públicos, oficiales y en instituciones privadas. En 1938 inauguró el Museo de Bellas Artes de la Boca en el mismo edificio donde tenía su taller y su vivienda.

    Cuando comenzó a ganar dinero, compró para sus padres una casa en la calle Magallanes 885/89.

    El presidente Marcelo T. de Alvear le dio la oportunidad de exponer en el Jockey Club y le abrió las puertas de Europa.

    Donó al municipio su casa y terrenos linderos, donde hoy funciona el museo que lleva su nombre, una escuela primaria y el Teatro de la Ribera. Allí se construyó la escuela para 1.000 niños, un lactario inaugurado el 4 de octubre de 1947, donde las amas de leche dieron alimento a los niños abandonados o pobres, una escuela de artes gráficas para que se especializaran los niños del barrio y un instituto odontológico modelo, que él no tuvo, por lo que siempre padeció una dentadura muy mala y también un jardín de infantes. Todo lo que recibió lo dio, porque sin duda el ser feliz es dar sin esperar recibir, según decía el pintor.

    Lo llamaban el mosquito porque era muy delgado y fue el creador de la Orden del Tornillo, para premiar a sus amigos artistas y reconocer su talento; era un cordón del que pendía un tornillo.

    Quinquela murió en el 28 de Enero de 1977 y él mismo había pintado su féretro con motivos de barquitos de colores verdes, naranjas y celestes porque él decía que si había vivido entre colores también quería morir con ellos. El cajón estuvo 18 años esperando, en la cochería de Federico Cichero.


    Susana Espósito - Noticia publicada el: Viernes 27/01/17 - (Cantidad de caracteres: 3417)




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