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    Tango que mi hiciste mal y sin embargo te quiero...

    Los movimientos feministas siguen ganando espacios y luchando por sus ideales. Ahora quieren cambiar el protocolo de las milongas por considerar que existen ciertas situaciones de violencia, acoso o incomodidad que quieren resolver.

    El Movimiento Feminista del Tango presentó una guía para evitar esas situaciones indeseadas, según las integrantes de ese movimiento, en esos reductos considerados por ellas, de los más machistas de nuestra sociedad.

    Las féminas argumentan que gran parte de las letras de los tangos son misóginas, códigos machistas y orquestas conformadas en su mayoría por hombres. Sin embargo, en los últimos años algo fue cambiando y por eso, hasta en el Festival y Mundial de Tango se han presentado a competir algunas parejas compuestas por personas del mismo sexo. Es señal de que el feminismo y la Comunidad LGTB fueron abriéndose paso para lograr bailar tango, nuestra música ciudadana, sin sentirse excluidos ni limitados para poder hacerlo.

    Parece que a pesar de sentirse afectadas por esas situaciones, hicieran suyas las palabras de una estrofa de "Apología del Tango", escrito por Enrique Pedro Maroni:
    Tango, que me hiciste mal
    Y sin embargo te quiero,
    Porque sos el mensajero
    Del alma del arrabal.
    No sé qué encanto fatal
    Tiene tu nota sentida,
    Que en la mistonga guarida
    Del corazón se me ensancha,
    Como pidiéndole cancha
    Al dolor que hay en mi vida.

    La idea de implementar un nuevo protocolo surgió a partir de que las mujeres que acuden a esos salones de baile -algunas profesionales y otras aficionadas- comenzaron a intercambiar sus experiencias.

    El 8 de marzo de 2018 se juntaron por primera vez para marchar juntas y luego surgió el Movimiento Feminista de Tango, una organización colectiva horizontal que, según su documento fundacional, busca "gestionar herramientas y acciones tendientes a lograr efectivamente la igualdad entre todes les integrantes de la comunidad tanguera".

    "En los encuentros empezamos a hablar de las violencias que padecen gran cantidad de veces las mujeres en las milongas, desde físicas hasta acosos e incomodidades. En la mayoría de la situaciones los organizadores no intervienen y quien es víctima se termina aislando, no va más a bailar", contó a minutouno.com Ana Zeliz, socióloga especialista en temas de violencia de género e integrante del MFT.

    En ese intercambio nació la idea del protocolo. El escrito se trabajó en comisiones y talleres y se presentó el domingo 23 de junio en el Centro Cultural Tierra Violeta.

    Zeliz explicó que busca dar herramientas a quienes organizan y trabajan en milongas para erradicar la violencia machista en esos ámbitos. "Está pensado para el ámbito de la milonga pero tiene una mirada general que se debe tener con la violencia. El foco principal es resguardar la tranquilidad y seguridad a la víctima".

    La socióloga detalló que son una "serie de recomendaciones de cómo atender a la víctima: No culpabilizar, no responsabilizarla, ofrecerle un marco de seguridad y respeto por lo que está contando, porque las personas que organizan las milongas no necesariamente tienen porque saber qué hacer en una situación así. No son personas especializadas en la temática".

    En principio, sugieren que se definan los roles, que esté claro qué va a hacer cada trabajador u organizador frente a una situación de violencia. Por ejemplo: que haya alguien destinado a contener y escuchar a la víctima -ver que quiere, separarla del lugar y ofrecerle otro donde se sienta cómoda, ver si quiere que llamen a algún amigo o familiar-. Otra persona que recupere las cosas de la víctima -su cartera y zapatos que suelen dejarse en otro lugar del salón - y una tercera que se ocupe del agresor.

    Desde el MFT recomiendan además que las personas que van a adherir al protocolo comuniquen que lo están haciendo para que los bailarines sepan que pueden acudir a ellos. Una posibilidad es poner carteles informando en el baño o en distintos lugares del espacio que digan por ejemplo: "Si hay alguien que te está molestando acércate a la barra".

    El protocolo incluye poner a disposición de quienes organizan la milonga un amplio recurso de profesionales a los que se puede recurrir entre los que hay psicólogos, centros de atención y asesoramiento legal.

    "Hay otras prácticas que sugerimos para desarmar los ambientes tan machistas como evitar las imágenes esteriotipadas en los flyers y carteles. Incluir una programación igualitaria que no sólo tenga bandas en vivo conformada por varones y promover la práctica del intercambio de roles en el baile o que no haya roles definidos. El baile es un diálogo, no necesariamente uno marca y otro sigue", destacó.

    Erradicar la violencia y el acoso es necesario y no solo en las milongas, pero muchos también se preguntan: ¿por qué cambiar las tradiciones y costumbres milongueras que son parte de una cultura? ¿No es más lógico que se abran milongas para feministas e integrantes de la comunidad LGTB, donde puedan sentirse con total libertad y sin limitar la libertad de los demás?

    En sus inicios, el tango fue bailado entre hombres, simplemente para practicar los pasos y luego lucirse en los burdeles y espacios tangueros. No fue aceptado fácilmente por ser considerado vulgar y demasiado sensual, hasta que finalmente, un caballero de la alta sociedad de Buenos Aires, el Barón Demarchi, dio una fiesta en el Palais de Glace, donde presentó a una pareja de hombre y mujer que bailaron el tango y a partir de allí, tuvo gran aceptación y se convirtió en nuestra música ciudadana.

    El tango es una pasión que se baila y las milongas son su mejor escenario, donde desde siempre existe un protocolo preestablecido que va desde la previa, la preparación de "la pilcha" para ir a la milonga y en el lugar, la disposición de las mesas, el lugar de las damas, el de los caballeros, cómo se invita o saca a bailar a la dama y en la pista, cómo debe girar la pareja para disfrutar bailando y no entorpecer al resto de las parejas. Todo eso genera un encanto especial que incluso atrapa a los turistas que llegan deseosos de ir a conocer las milongas y es una pena cambiar algo que ya forma parte de la identidad porteña.


    Susana Espósito - Noticia publicada el: Viernes 28/06/19 - (Cantidad de caracteres: 6166)




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