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    A cada chancho le llega su San Martín

    En las últimas semanas mucho se ha hablado de los xenotrasplantes, o sea trasplantes de órganos modificados de cerdo a humanos. Ya hicieron tres y hay muchas expectativas porque sería una fuente permanente de órganos, que darían solución ante la carencia de órganos humanos para pacientes que esperan ser trasplantados.

    Sin embargo, algunas personas que luchan por los derechos de los animales, no estarían muy felices con la idea de criar chanchos para ser utilizados con ese fin.

    Increíblemente, el cerdo no solo se ha convertido en un importante animal que sería utilizado para tal fin, también es más consumido en los últimos años, ya que es más económico que la carne vacuna y algunos cortes magros, como el solomillo o el carré, también son menos perjudiciales para la salud que la carne de vaca.

    Esto trae a la memoria el famoso dicho: "A cada chancho le llega su San Martín". Son muchos los que la utilizan y no saben a qué refiere ese dicho.

    a cada chancho le llega su san martinSe debe a una antigua tradición de los pueblos latinos de Europa. Los 11 de noviembre, día en que el santoral venera a San Martín de Tours, era habitual la matanza de un cerdo con el cual se preparaban alimentos para sobrellevar el invierno. Si bien no todos lo hacían exactamente el día once, ya que dependía de factores climáticos y otras cuestiones, sí se consideraba que el sacrificio del animal debía realizarse alrededor de la fecha consagrada al santo francés.

    Más allá de los datos de color, la conciencia acerca del maltrato animal generó algunas leyes en Irlanda, en el siglo XVII. Tiempo después, en 1824, surgió la primera asociación protectora, la Real Society for the Prevention of Cruelty to Animals (Real Sociedad para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales), de Londres.

    La defensa de los animales contó con varios promotores a lo largo de la historia. Podemos citar a algunos: Pitágoras (vegetariano), el emperador Justiniano, San Francisco de Asís, John Locke y Oliver Cromwell. La corta lista abarca veintidós siglos. Muchos años y pocos predicadores para tratar de derribar tradiciones y costumbres milenarias.

    La iniciativa contagió a otras ciudades -París, La Haya, Madrid, Barcelona- que sumaron Sociedades Protectoras.

    La primera de la Argentina se fundó en Rosario, en 1871, y fue presidida por Cecilio Echeverría. En 1879 fue el turno de la de Buenos Aires que durante una temporada actuó bajo la dirección de Domingo Faustino Sarmiento, que fue un ferviente defensor del buen trato a los animalitos y dejó numerosos escritos pregonando a su favor.

    Si bien la primera ley de protección (2.786) se sancionó en 1891, tres años después de su muerte, pasó a ser conocida como Ley Sarmiento. Pero fue su sobrino, Ignacio Lucas Albarracín, cordobés, quien más méritos acumuló para convertirse en el principal protector. Asumió la presidencia de la sociedad en 1907 hasta 1926.

    Entre las múltiples actividades de la institución podemos citar las campañas para poner fin a las corridas de toros, las riñas de gallos y la práctica del tiro a la paloma. También premiaba a ciudadanos que hubieran salvado la vida a algún animal o viceversa.

    La obra de Albarracín, luchando contra molinos de viento, fue notable y aún persisten vestigios, como por ejemplo, el Día del Animal, que fue impulsado por él. En 1907, a través de un decreto municipal, se estableció que se celebrara cada 29 de abril. La fecha se trasladó luego a todo el país. Curiosamente, en 1926, precisamente el 29 de abril, murió Albarracín, el gran defensor de los animales en la Argentina.

    Dicho esto, es muy valiosa e importante la lucha por los derechos del animal y las manifestaciones contra los malos tratos, pero en el caso de los órganos de cerdo para trasplantar a humanos y salvar vidas, se podría justificar porque "el fin justifica los medios".

    Como perlita, cabe recordar un libro escrito por Adolfo Bioy Casares: Diario de la Guerra del Cerdo, que luego pasó al cine, dirigida por Leopoldo Torre Nilson. Trata sobre los jóvenes, que le echaban la culpa de todos los problemas a los viejos, considerándolos inservibles y una carga para la sociedad. En una parte, un personaje comenta que los jóvenes dicen que los viejos son egoístas, materialistas, voraces y roñosos y los comparan con los chanchos, de ahí el nombre de la novela, mientras que otro personaje dice que los jóvenes matan en manada, como una piara de cerdos, por lo que en cierta forma, ellos también lo son desde el punto de vista de los ancianos.

    Sin embargo, esa mirada sobre los cerdos sería bastante errónea, ya que lejos de ser inservibles, ahora no solo sirven de alimento sino que pueden prolongar la vida de los humanos y por lo tanto, aunque no es decisión de los cerdos donar sus órganos, podríamos considerar que su sacrificio es un acto de generosidad, más que de egoísmo, comparándolos con los humanos, que muchas veces sí lo son. Por lo tanto, matar en piaras no condice ahora con donar en piara, para salvar vidas.


    Susana Espósito - Noticia publicada el: Jueves 10/02/22 - (Cantidad de caracteres: 4976)




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