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Ante una solicitud de los vecinos del barrio de Palermo, quienes presentaron un petitorio con 474 firmas y una declaración de la Comuna 14, la jueza Cecilia Mónica Lourido ordenó la protección del adoquinado de una tradicional esquina del barrio. Se trata de Malabia y Costa Rica.
Esta medida cautelar ordenó al gobierno porteño que no siga avanzando con la pavimentación de los adoquines del barrio, prohibiendo que se realiza sobre los mismos la colocación de una capa asfáltica y además obliga al gobierno a conservar los adoquines que ya han sido sacados en la calle Nicaragua, entre Aráoz y Armenia.
Asimismo la Justicia resolvió que en obras futuras, el gobierno de la ciudad deberá presentar informes sobre la conservación del empedrado en un plazo de tres días a partir de la ejecución de cualquier obra.
Entre los argumentos que figuraban en el petitorio de los vecinos y la Defensoría General, sostuvieron que las obras violaban lo dispuesto en la ley 65, que obliga al gobierno de la ciudad a mantener y reparar las calles con empedrado o adoquinado con materiales originales. Además de razones históricas, también están los intereses ambientales: el adoquinado permitiría, según ellos, una mejor absorción del agua de lluvia.
Daniela Proietti, directora de la Unidad Especial de Patrimonio Histórico Urbano de la Defensoría General de la Ciudad, remarca la importancia de la orden judicial. "El ritmo de las obras se maneja con una rapidez bastante importante: en una noche sacan los adoquines y al día siguiente ya se pavimenta la calle. Por eso se pidió una cautelar, para que se paralicen de inmediato las obras y se informe el motivo y se repongan las piezas".
El tema del adoquinado también ha generado en otras oportunidades, malestares y protestas en otros barrios porteños, como por ejemplo San Telmo, donde hace unos años atrás, se habían levantado los adoquines en la calle Defensa y luego la asfaltaron, pero ante la protesta de los vecinos, que argumentaron que no se concebía San Telmo con asfalto, que es un barrio donde el adoquinado es una de sus particularidades, entonces, la justicia ordenó quitar la capa asfáltica y reintegraron el adoquinado a esa calle.
En aquellos tiempos parecía el mundo del revés, ya que en Recoleta, un barrio con características bien diferenciadas de las de San Telmo, se levantó el asfalto y se colocaron adoquines en la zona más transitada y turística del barrio, delante del cementerio y la Iglesia del Pilar hasta el Paseo del Pilar. En este caso, un barrio donde vive mucha gente de la tercera edad, de los cuales un porcentaje importante se desplaza con sillas de ruedas y ese cambio perjudicó su circulación, al igual que a los cochecitos de bebes o las mujeres elegantes que se ven en la zona y ahora no pueden caminar con sus zapatos de tacos altos. También los vecinos se han quejado por la suciedad que se acumula en los adoquines, pero en este caso nadie hizo lugar a las quejas.
Cabe recordar que los primeros adoquines porteños, de granito sin trabajar, vieron la luz en la calle Bolívar, entre la actual Plaza de Mayo y el Colegio Nacional de Buenos Aires, allá por 1780. Diez años más tarde, el Virrey Arredondo empedró otras 36 calles de la ciudad. Los "actuales" adoquines, de granito, ocho o nueve pulgadas de largo, tres a cinco de ancho y cinco de profundidad, llegaron a fines del siglo XIX con los barcos ingleses, aunque después la materia prima fue reemplazada por la piedra de la isla Martín García y de Tandil. En 1903, la ciudad ya contaba con 1402 cuadras de adoquines de granito sobre base de arena.
La actual peatonal Florida, consolidada en 1789 con cantos rodados traídos desde la vecina Montevideo y era conocida como la "calle del empedrado".
Susana Espósito - Noticia publicada el: 20/06/13 - (Cantidad de caracteres: 3766)
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