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El principito, escrito por Antoine de Saint Exupéry, es uno de los más leídos en el mundo y ha sido traducido a 180 idiomas y dialectos diferentes.
El escritor estuvo en Buenos Aires entre 1929 y 1930, para hacerse cargo de la Compañía Aeropostal Argentina, ya que habían creado la línea de Patagonia que unía Buenos Aires y Punta Arenas, línea que acabó con el aislamiento de los pueblos del sur. En su estadía en nuestro país pasó largas veladas con Victoria Ocampo, quien después le editaría la novela Correo del Sur en SUR.
El principito narra las aventuras de un pequeño príncipe de cabello enrulado y largo abrigo (las ilustraciones son del mismo Saint-Ex), dueño de tres volcanes y una rosa en su planeta y problematizado por el crecimiento enredado de los baobabs. En el desierto solitario, el Principito se encuentra con el narrador, un aviador con su máquina descompuesta. Le habla de un Zorro, metáfora del amigo ideal, que todos los lectores guardaremos para siempre. Un día, el Principito decide regresar a su planeta y para eso se hace morder por una serpiente. Vuelve a su planeta en espíritu, porque su cuerpo queda en brazos del aviador.
Es un libro que induce a la reflexión sobre la importancia de la libertad y el amor al prójimo.
En el año 1929, Saint Exupéry visitó Buenos Aires y vivió durante 15 meses en el piso 6°de la Galería Güemes, que en esa época, desde el piso 6 al 12 tuvo un Petit Hotel. Una curiosidad es que el escritor había traído con él una mascota de su viaje al sur, un cachorro de foca que tuvo en la bañera durante su estadía y cuando viajaba, la encargada del hotel la alimentaba con un plato de pescado fresco diariamente.
El 31 de julio de 1944, durante una misión de reconocimiento en el sur de Francia, Saint-Exupéry iba a bordo del avión Lightning P-38. Había partido pocas horas antes de la isla de Córcega, cuando los radares dejaron de ver el avión que pilotaba y nunca más se supo de él.
La desaparición cubrió al escritor y piloto de un halo de misterio: de alguna manera se fue de este mundo como se fue su pequeño príncipe. No obstante, en 1998, un pescador halló en las aguas de Marsella una pulsera que pudo haber sido de Saint-Exupéry. Diez años después, un ex piloto alemán llamado Horst Rippert confesó al diario francés La Provence que había sido él quien derribara el avión de Saint-Exupéry. El ex militar de 88 años declaró: “Pueden dejar de buscar. Fui yo quien lo abatió”, y agregó: “Fue después cuando supe que se trataba del escritor. Yo esperaba que no fuera él, porque en nuestra juventud todos habíamos leído sus libros y los adorábamos.”
Ya sea que Rippert de verdad acabó con el escritor o que es la declaración de un anciano gagá, lo real es que a Saint-Exupery ni siquiera sus enemigos dejaban de leerlo.
Susana Espósito - Noticia publicada el: 08/04/13 - (Cantidad de caracteres: 2805)
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