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Centenario del Puente Transbordador

El 30 de mayo cumplió cien años el Puente Transbordador Nicolás Avellaneda, un ícono del barrio de La Boca.

Este puente fue de gran importancia, ya que unía ambas márgenes del río, en ese lugar donde todavía tenía alguna actividad como puerto de la ciudad y facilitaba el movimiento de los trabajadores de una orilla hacia la otra. Fue vital para los astilleros, las carboneras y el frigorífico Anglo, que llegó a tener 15.000 obreros.

Es uno de los ocho puentes transbordadores que quedan en el mundo y el único en América, los otros siete están en el Reino Unido, Alemania, Francia y España.

El diseño del proyecto estuvo a cargo de la Dirección de Navegación y Puerto, dependiente del Estado. El puente de hierro lo hizo la fábrica inglesa Earl of Datle Steel (el nombre aún está impreso en algunos sectores de la estructura) y se fue enviando por partes para ser armado en Buenos Aires.

Mientras tanto, aquí, se construían los cimientos de cada torre: se hicieron unos cuadrados con ladrillos de casi un metro de espesor, luego rellenados con hormigón. Llegan a una profundidad de 24 metros y en algunos sectores hasta se usó dinamita para poder hacer el pozo.

El transbordador mide 52 metros de alto y el ancho de cada base es de 27 metros. El ancho total de un extremo a otro supera los 77 metros. Pero lo más interesante es que de la viga superior que sostiene el carro del transbordador, una especie de canasta que mide 8 por 12 metros y es capaz de soportar una carga de hasta 50 toneladas. Con esa plataforma, además de la gente, cruzaban de una orilla a la otra carros, camiones y hasta tranvías. El recorrido duraba cinco minutos y el servicio era gratuito. Funcionaba de 6 a 21 y, en caso de que se cortara la luz, podía moverse con guinches especiales que se accionaban manualmente. El costo total de la obra fue de cien mil libras esterlinas.

En 1940, fue reemplazado por el Nuevo Puente Avellaneda, cuyo nombre rinde homenaje al Presidente de la República, Nicolás Avellaneda (1874-1880), que durante su mandato se terminó la conquista de la Patagonia (1879) y se federalizó la ciudad de Buenos Aires (1880).

Se bautizó con el mismo nombre del Transbordador, porque se pensaba que cuando inauguraran el puente nuevo, desarmarían el otro, pero eso no ocurrió porque los vecinos se opusieron al desguace y a eso se debe esta curiosidad de que existen dos puentes a menos de cien metros de distancia y llevan el mismo nombre.

Por medio de las escaleras mecánicas de este moderno puente, se puede apreciar desde una interesante altura, una vista panorámica del barrio de la Boca, desde donde se presume que desembarcó Pedro de Mendoza en 1536 realizando la primera fundación de la ciudad, pero es innegable que aunque quedó en desuso, el transbordador es testimonio de otros tiempos que todos queremos conservar.

En 1994, nuevamente surgió la idea de desarmarlo y venderlo como chatarra, pero el reclamo de vecinos y algunas entidades lo salvaron y permaneció en pie.

La Fundación x La Boca (una ONG integrada por empresarios, profesionales, artistas y vecinos del barrio) persistió en el objetivo de la puesta en valor y la recuperación del Transbordador y su área de influencia en ambas orillas. Inclusive, en 2008 se presentó un plan para la conservación y uso correcto del monumento y su área y aspiran a que sea declarado patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Benito Quinquela Martín, el destacado pintor del barrio de la Boca lo plasmó en varias de sus obras, quedando inmortalizado en ellas.

Susana Espósito - Noticia publicada el: lunes 02/06/14 - (Cantidad de caracteres: 3543)