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Al mundo le falta un tornillo

Con el auge de la telefonía celular, en febrero de 2005, un inventor alemán, Jurgen Brother, creó 'Angel Móvil'. Así bautizó al teléfono que desarrolló y que permite hablarle a un difunto a distancia. Según explicó el inventor, el 'Angel Móvil' fue creado para aquellos que no se acostumbran a la pérdida de un ser querido, y de esta manera, pueden seguir en contacto.

El dispositivo cuenta con una batería de larga duración, un año aproximadamente y era, en ese momento, la más grande del mercado. Al llamar, la conexión telefónica se da en el instante, ya que no suena sino que se activa directamente.

Según contó Brother, apenas unos días después de publicitar su invento, consiguió los primeros tres clientes que adquirieron el 'Angel Móvil', que se vendía en aquel momento a 1.500 euros.

También en China, desde hace casi una década, se impuso una nueva celebración del velatorio. Los deudos contratan bailarinas que se desnudan durante las despedidas y así buscan atraer más gente para que el difunto se sienta honrado. Pero ahora el gobierno lanzó una campaña para terminar con esos shows.

Siempre pensando en las personas que pierden a un ser querido y desean conservar su aroma, ahora, para recordarlo, una empresaria francesa que perdió a su padre, fue quien pensó la manera de conservar su aroma, se contactó con una universidad y desarrolló la técnica para reproducir el olor humano a partir de una prenda de la persona.

En poco tiempo lanzará la técnica al mercado.

Conservar en un frasco el olor del ser amado, porque murió o está momentáneamente ausente, dejará de ser imposible con los perfumes elaborados por una empresa francesa a partir del aroma dejado en la ropa.

Katia Apalategui, agente de seguros, de 52 años, es la mujer que tras perder a su padre, hace siete años, vivía desconsolada y buscaba la manera de preservar su aroma, porque según decía, extrañaba su olor. Su madre también sentía lo mismo y por eso, nunca quiso lavar la funda de su almohada.

Finalmente, la Universidad de Le Havre (noroeste de Francia), desarrolló una técnica para reproducir el olor humano.

"Se toma una prenda de la persona, se extrae el olor -lo cual representa más de 50 moléculas-, y se reconstituye en forma de perfume disuelto en alcohol, al cabo de cuatro días", explicó Géraldine Savary, docente en esa universidad.

El hijo de Katia Apalategui, estudiante de empresariales, lanzará el negocio a mediados de septiembre con la ayuda de un ingeniero químico. Parece que el nietito del difunto, más que extrañar al abuelo, encontró la manera de hacerlo rendir buenos dividendos, aún estando muerto.

Katia adelantó que a través de las funerarias, propondrán a los deudos un estuche con un pequeño frasco con el olor del difunto, recabado en alguna prenda que ellos hayan proporcionado.

"Es algo hecho a medida, algo íntimo, que costará unos 560 euros", precisó, calificando su producto de "consuelo olfativo" que se sumará a fotografías, videos y otros recuerdos de la persona desaparecida.

La empresa, que espera luego poder implantarse en otros países, no quiere limitarse al sector fúnebre, sino que también apuntará a otros mercados, como por ejemplo el de San Valentín o el de niños alejados por alguna razón de sus padres.

Lo cierto es que todos tenemos una memoria olfativa, desde cómo olían nuestros abuelos, nuestros padres; nuestra casa, donde se esparcía un delicioso aroma a bizcochuelo o la salsa para las pastas del domingo, los jazmines en un florerito, pero... si bien se entiende lo que Katia quiere rescatar y convertir en un buen negocio, da un poquito de impresión, si pensamos en un perfume en cuya etiqueta diga "aromas del finado".

En fin... esto me recuerda la letra de un tango de Enrique Cadícamo, "Al mundo le falta un tornillo" que finaliza diciendo:

En este mundo loco, todo puede ocurrir y tal vez sea para que no perdamos la capacidad de asombro.

Susana Espósito - Noticia publicada el: Miércoles 10/06/15 - (Cantidad de caracteres: 3984)