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Vacuna contra la fiebre amarilla largas colas para su aplicación
Debido a algunos casos de fiebre amarilla aparecidos en Brasil y siendo muchos los argentinos que veranean en las playas brasileñas, es necesario vacunarse contra esa enfermedad, diez días antes de viajar, para evitar el contagio.
Precisamente Brasil es el mayor exportador de esas vacunas pero, debido a que dejarían de exportar, podrían faltar dosis en otros países. Así lo dijo el director del laboratorio que exporta más dosis en el mundo, porque ante la aparición de algunos casos de la enfermedad, la demanda interna es cada vez más alta.
Esta noticia y la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), acerca de que todas las personas que viajen a zonas afectadas de Brasil deberán vacunarse contra la fiebre amarilla, disparó la demanda de la vacuna entre los argentinos y se formaron largas filas en Buenos Aires, para poder vacunarse. Algunas personas llegaron al lugar alrededor de las cinco de la mañana, para asegurarse la inmunización. Los centros se vieron desbordados y los turnos comenzaron a repartirse a las 10. Muchos se fueron sin aplicarse la vacuna.
En Sanidad de Frontera, que se mudó de Puerto Madero a La Boca, atienden por demanda espontánea de lunes a viernes, de 10 a 15, y entregan números según la cantidad de dosis disponibles cada día.
Según la OMS, la vacuna de la fiebre amarilla brinda una inmunidad efectiva al 99 % y no requiere la aplicación de refuerzos: la protección que otorga es de por vida.
Si bien hay centros de vacunación gratuita que pueden verificarse en la web del Ministerio de Salud o en la de Buenos Aires Ciudad, hay establecimientos privados que aplican esta dosis con costo, por ejemplo el Centro Stamboulian cobra $834 por la aplicación de la misma.
La mayor productora mundial de vacunas contra la fiebre amarilla, el laboratorio público brasileño Bio-Manguinhos, indicó el jueves pasado su decisión de suspender las exportaciones al resto del mundo. En una entrevista a medios locales el director de la institución Mauricio Zuma declaró: “Tenemos pedidos de las Naciones Unidas, pero no vamos a atenderlos. Si hubiera un aumento de la producción, será para atender las necesidades de Brasil”.
Asimismo, han informado que durante 2018 está prevista la fabricación de 48 millones de dosis, una cantidad inferior a la de 2017 cuando se entregaron 60 millones. Evaluó que hay “alguna posibilidad” de aumentar la cantidad de unidades “pero eso no se consigue rápidamente”. La última exportación que realizaron desde ese laboratorio fue el año pasado cuando a pedido de la OMS enviaron 3 millones vacunas. Según Zuma “la situación comenzó a cambiar y agravarse hacia fin de año. Nos tomó de sorpresa”. En realidad, los casos se multiplicaron desde mediados del año pasado: medido desde el 10 de julio de 2017 hasta el 14 de enero último, hubo 35 personas que contrajeron la fiebre y de ellas murieron 20, prácticamente 60%. En total hubo 470 sospechas de la dolencia, de las cuales se descartaron 290 y otras 145 continúan en investigación. Fueron confirmadas, en tanto, 411 epizootias (monos infectados muertos).
La enfermedad llevó a la Organización Mundial de la Salud a declarar “zona de riesgo” al estado provincial de San Pablo y parece que ya afecta a las ciudades balnearias. Es el caso de San Sebastián que incluye playas como Maresías. Allí se encontró hace unos días, un mono muerto en la entrada de una reserva selvática próxima. Los resultados para establecer si realmente fue por causa de la fiebre amarilla demoran 30 días, indicaron las autoridades sanitarias.
Esa última novedad, dada a conocer por la mayoría de los medios periodísticos, generó gran temor en la población y hubo una avalancha de personas que moran en la región, que se aglomeró en los puestos de salud para recibir la vacuna. Esto ocurrió también en Ubatuba (un lugar que suele ser frecuentado por el turismo argentino) y en Caraguatatuba. En los hospitales de esos municipios se informó que no cuentan con disponibilidad de dosis como para inmunizar a los pobladores. Indicaron que están apenas abastecidos con las vacunas suficientes como para aplicar en aquellos que viajan hacia regiones “con la enfermedad ya declarada”.
La desesperación se instaló en San Pablo, desde muy temprano, en la madrugada, los paulistanos llegan a los lugares de vacunación de sus barrios. Pero la mayoría vuelve sin la inmunización. Ocurre que estos puestos han visto duplicarse la demanda en los pocos días que lleva 2018. “Antes atendíamos 200 personas y ahora llegan a 600” indicaron a esta corresponsal en uno de los sitios.
Susana Espósito - Noticia publicada el: Lunes 22/01/18 - (Cantidad de caracteres: 4613)
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