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Palacio sin príncipes ni princesas

Finalizaron las vacaciones de invierno y quienes se quedaron en Buenos Aires, además de las variadas propuestas de teatros y cine, contaron con otras muy interesantes y gratuitas, entre ellas, la visita al Palacio de Aguas, donde no hay príncipes ni princesas, pero sí encontraron la mágica sorpresa que esconde en su interior, los tanques de agua que abastecieron a la ciudad durante muchos años.

También en su recorrido, pudieron visitar el Museo que guarda piezas muy antiguas: inodoros, lavatorios, mingitorios, bidets y otras, como así también, las fabulosas piezas que componen la fachada del edificio y que pueden ser apreciadas de cerca y descubriendo cada detalle.

Pero no fue únicamente la visita al Museo, organizada por AySA, empresa que funciona bajo la órbita del Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda, con el propósito de enseñar a los chicos lo que esconde el Palacio en su interior. Además, los chicos recorrieron la muestra de arte "Todo sirve", disfrutaron de espectáculos de circo y participaron en sorteos. También fueron invitados a participar en la realización de la obra colectiva "Re Palacio". El eje temático de las actividades de las 3 R: Reducir, Reciclar y Reutilizar, con el objetivo de sensibilizar sobre el cuidado del medioambiente.

También estuvo presente la concientización sobre el uso del agua. “Gota a gota, se agota…” fue un espectáculo que propuso zambullirse en una aventura para conocer de dónde viene el agua que se consume y la importancia de su cuidado. Al finalizar las funciones, se realizaron sorteos.

Todas las actividades fueron gratuitas, pero se invitó a los asistentes a llevar donaciones de ropa de abrigo en buen estado, ya que es de público conocimiento que hay mucha gente en situación de calle y las necesidades que tienen, en esta fría época del año.

El Palacio de Aguas Corrientes es uno de los edificios más bellos de la ciudad, fue proyectado por los arquitectos Carlos Nystömeyer (de orígen sueco) y Olaf Boye (de orígen noruego) y lo construyó la empresa inglesa Bateman-Parsons y Bateman. La obra se inició en 1887 y se terminó en 1894.

Su construcción obedecía a un necesario sistema de salubridad para la ciudad, que hacía pocos años, había sufrido grandes epidemias. Fue concebido como un tanque recaudador de aguas corrientes, cubierto pero con una fachada palaciega.

En su interior hay 12 tanques metálicos que tienen capacidad para almacenar 72 millones de litros de agua. El tanque recaudador era llenado por medio de bombas que estaban instaladas en Recoleta, en el edificio donde actualmente se encuentra el Museo Nacional de Bellas Artes.

El palacio responde al estilo Segundo Imperio, en tonos ocres y celestes verdosos. Los azulejos policromados y terracota, de fabricación inglesa, llegaron al país en cajones, ordenados por números que facilitaron la composición de la fachada. Se utilizaron 170.000 piezas cerámicas y más de 130.000 ladrillos esmaltados. Asimismo, se observan los escudos de las 14 provincias (en aquellos tiempos eran solo 14) y el de la Capital Federal.

Fue declarado Monumento Histórico Nacional desde 1987.

Susana Espósito - Noticia publicada el: Lunes 05/08/19 - (Cantidad de caracteres: 3149)