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www.conozcabuenosaires.com.arAniversario de la muerte de Ricardo BalbínEl lunes 9 de septiembre se cumplen 38 años del fallecimiento del doctor Ricardo Balbín, miembro de la Unión Cívica Radical, dos veces diputado nacional y líder de la oposición al general Juan Domingo Perón, a quien en lo personal consideraba un amigo. En estos agitados tiempos en que para acceder al poder todo vale y las campañas se basan en criticar y defenestrar al contrincante, en lugar de ofrecer propuestas y soluciones que nos beneficien a todos, Balbín ha sabido dividir las aguas y respetar a su adversario, incluso, según testigos de la época, como el periodista Roberto Di Sandro hizo público, el líder radical solía visitar en la Casa Rosada al general Perón e incluso lo retaba para que no fumara y cuidara su salud. El día que murió Perón, asistió conmovido a su velatorio y con profundo pesar dijo: Llego a este importante y trascendente lugar trayendo la palabra de la Unión Cívica Radical y la representación de los partidos políticos que en estos tiempos conjugaron un importante esfuerzo al servicio de la Unidad Nacional de recuperar las Instituciones argentinas y que en estos últimos días definieron con esfuerzo y con vigor su decisión de mantener el sistema institucional de los argentinos. En nombre de todo ello vengo a despedir los restos del señor presidente de la República Argentina, que también con su presencia puso el sello a esta ambición nacional del encuentro definitivo en una conciencia nueva que nos pusiera a todos en la tarea desinteresada de a la causa común de los argentinos. No sería leal si no dijera también que vengo en nombre de mis viejas luchas, que por haber sido claras, sinceras y evidentes permitieron en estos últimos tiempos la comprensión final y por haber sido leal en la causa de la vieja lucha fui recibido en confianza en la escena oficial que presidía el presidente muerto. Ahí nace una relación nueva, inesperada, pero para mí fundamental porque fue posible ahí comprender, él su lucha, nosotros nuestra lucha y a través del tiempo y las distancias andadas, conjugar los verbos comunes de la comprensión de los argentinos. Pero guarde yo, en lo íntimo de mi ser, un secreto que tengo la obligación de exhibirlo frente al muerto. Ese diálogo amable que me honró, me permitió saber que él sabía que venía a morir a la Argentina y antes de hacerlo me dijo: "Quiero dejar por sobre todo el pasado, este nuevo símbolo integral de decir definitivamente, para los tiempos que vienen, que quedaron atrás las divergencias para comprender el mensaje nuevo de la paz de los argentinos, del encuentro en las realizaciones, de la convivencia en la discrepancia útil, pero todos enarbolando con fuerza y con vigor el sentido profundo de una Argentina postergada." Por sobre los matices distintos de las comprensiones, tenemos todos hoy aquí en este recinto que tiene el acento profundo de los grandes compromisos, que decirle al país que sufre, al pueblo que ha llenado las calles de esta ciudad sin distinción de banderías, cada uno saludando al muerto de acuerdo a sus íntimas convicciones -los que lo siguieron, con dolor; los que lo habían combatido, con compresión -, que todos hemos recogido su último mensaje: 'He venido a morir en la Argentina, pero a dejar para los tiempos el signo de paz entre los argentinos". Frente a los grandes muertos, tenemos que olvidar todo lo que fue el error, todo cuanto en otras épocas pudo ponernos en las divergencias; pero cuando están los argentinos frente a un muerto ilustre, tiene que estar alejada la hipocresía y la especulación para decir en profundidad lo que sentimos y lo que tenemos. Los grandes muertos dejan siempre el mensaje. Sabrán disculparme que recuerde, en esta instancia de la historia de los argentinos, que precisamente en estos días de julio, hace cuarenta y un años el país enterraba a otro gran presidente: el doctor Hipólito Yrigoyen. Lo acompañó su pueblo con fuerza y con vigor, pero las importantes divergencias de entonces colocaron al país en largas y tremendas discrepancias, y como un símbolo de la historia, como un ejemplo de los tiempos, como una lección para el futuro, a los cuarenta y un años, el país entierra a otro gran presidente. Pero la Fuerza de la República, la comprensión del país, pone una escena distinta, todos sumados acompañándolo y todos sumados en el esfuerzo común de salvar para todos los tiempos la paz de los argentinos. Este viejo adversario despide a un amigo. Y ahora, frente a los compromisos que tienen que contraerse para el futuro, porque quería el futuro, porque vino a morir para el futuro, yo le digo Señora Presidente de la República: los partidos políticos argentinos estarán a su lado en nombre de su esposo muerto, para servir a la permanencia de las instituciones argentinas, que usted simboliza en esta hora. Sería bueno que los actuales políticos, tan sedientos de poder, dejaran de lado sus propios intereses y soberbia, para poder rescatar de esta terrible crisis a un país que supo estar entre los seis más importantes del mundo (en 1928 Argentina era la sexta potencia mundial y en 1895, tuvo el PBI per cápita más alto del mundo-según Infobae). Tomar el ejemplo de las palabras de Balbín, sería lo más sensato como lo sería pasar a la Historia por hacer las cosas bien, con decencia y patriotismo y NO por haber sido corruptos, ladrones o inoperantes que han destruido al país. Ricardo Balbín murió el 9 de septiembre de 1981, a los 77 años, en La Plata, Buenos Aires y sus restos descansan en el Cementerio de esa ciudad. Susana Espósito - Noticia publicada el: Lunes 09/09/19 - (Cantidad de caracteres: 5526) |
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