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www.conozcabuenosaires.com.arLo que antes pocos creían, hoy es una triste realidadCuando en la década del 70 se comenzó a hablar del agujero de la capa de ozono, pocos lo creían, se le restó importancia y a ello se sumaron otros temas que ponen en peligro al planeta: la contaminación, la deforestación, la polución, entre otras acciones del hombre que perjudican la biodiversidad y hoy es una triste realidad. En la última década se han producido cambios climáticos y catástrofes a nivel mundial: temperaturas elevadísimas en verano, excesivamente frías en invierno, inundaciones, sequías y otros fenómenos como la contaminación de los océanos. En cuando al tema de los océanos contaminados, los últimos datos son alarmantes. Se han detectado microplásticos incrustados en tejidos vitales de ballenas y delfines. Con una proyección de 8,75 millones de toneladas métricas por año, esta situación afecta a más de 1200 especies marinas, según un estudio. Grasa, pulmones y tracto digestivo fueron algunas de las zonas donde se identificaron. La contaminación plástica se incrementó en los oceános, a nivel mundial, a una tasa promedio prevista de 8,75 millones de toneladas métricas por año, lo que afecta los ecosistemas, las sociedades y las economías. La incidencia de ingestión de plásticos ya ha sido documentada en 1288 especies marinas. Solo en peces, se sabe que casi 400 especies consumen microplásticos. Se estima que las ballenas barbadas consumen entre 200.000 y 10 millones de partículas microplásticas indirectamente a través de presas contaminadas cada día, según la especie y la estrategia de alimentación. Ahora, un nuevo estudio publicado en Environmental Pollution, reveló que han encontrado partículas de plástico microscópicas en las grasas y los pulmones de dos tercios de los mamíferos marinos. La presencia de partículas de polímero y fibras en estos animales sugiere que los microplásticos pueden viajar fuera del tracto digestivo y alojarse en los tejidos. El océano es un ecosistema en peligro, con millones de toneladas de plástico dispersas en sus aguas. Los daños que los microplásticos incrustados podrían causar a los mamíferos marinos aún no se han determinado, pero otros estudios han implicado a los plásticos como posibles imitadores de hormonas y disruptores endocrinos. “Esta es una carga adicional además de todo lo demás que enfrentan: el cambio climático, la contaminación, el ruido, y ahora no solo están ingiriendo plástico y lidiando con los pedazos grandes en sus estómagos, también están siendo interiorizados -informó Greg Merrill Jr., un estudiante graduado de quinto año en el Laboratorio Marino de la Universidad de Duke, a cargo de la investigación-. Alguna proporción de su masa ahora es plástico”. La Universidad Duke es privada y se encuentra en Durham, Carolina del Norte-Estados Unidos. En su edición de 2019, el Times Higher Education situó a Duke en el puesto número siete entre las mejores universidades estadounidenses. Las muestras de este estudio se obtuvieron de 32 animales varados o recolectados para subsistencia entre 2000 y 2021 en Alaska, California y Carolina del Norte. Doce especies están representadas en los datos, incluida una foca barbuda, que también tenía plástico en sus tejidos. “Ahora que sabemos que el plástico está en estos tejidos, estamos analizando cuál podría ser el impacto metabólico”, advirtió Merrill. Para la próxima etapa de su investigación de tesis, él y su equipo utilizarán líneas celulares cultivadas a partir de tejido de ballena biopsiado para realizar pruebas de toxicología de partículas plásticas. Un artículo de 2022 en Nature Communications estimó, basado en concentraciones conocidas de microplásticos en la costa del Pacífico de California, que una ballena azul que se alimenta por filtración podría estar tragando algo más de 443 kilos de desechos plásticos por día mientras atrapa pequeñas criaturas en la columna de agua. “Las ballenas y los delfines que se alimentan de peces y otros organismos más grandes también podrían hacerse de plástico acumulado en los animales que comen -completó Merrill-. No hemos hecho los cálculos, pero la mayoría de los microplásticos probablemente pasan por el intestino y se defecan. Pero una parte termina en los tejidos de los animales. Para mí, esto simplemente subraya la ubicuidad de los plásticos oceánicos y la escala de este problema. Algunas de estas muestras datan de 2001. Esto ha estado sucediendo durante al menos 20 años”, concluyó Merrill. El equipo de científicos se completó con Ludovic Hermabessiereb, Chelsea M. Rochmanb y Douglas P. Nowacek. Susana Espósito - Noticia publicada el: Martes 19/09/23 Fuente: Infobae - (Cantidad de caracteres: 4563) |
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